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Diferencia entre fecha de caducidad y fecha de consumo preferente
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Fecha de caducidad y fecha de consumo preferente son dos conceptos distintos que muchas veces confundimos. ¿Qué diferencia hay entre la caducidad y la vida útil de los alimentos? ¡Continua leyendo, te explicamos por qué son diferentes!

 

¿Qué diferencia la fecha de caducidad de la fecha de consumo preferente?

Fecha de caducidad

La principal diferencia entre la fecha de caducidad y la de consumo preferente es que la primera se indica en productos que son muy perecederos y con riesgo microbiológico. Esto son, por ejemplo, carnes y pescados crudos y frescos donde puede haber bacterias patógenas y cuya vida útil es de pocos días. Una vez ha vencido la fecha de caducidad, estos alimentos ya no deben consumirse porque pueden estar estropeados, en mal estado o pueden incluso ser peligrosos por la presencia de bacterias patógenas.

Fecha de consumo preferente

En cambio,  la fecha de consumo preferente se aplica a productos bastante más duraderos y que son estables. Una vez pasada la fecha, los alimentos pueden haber perdido parte de sus propiedades: presentar un sabor algo rancio, haber perdido aroma, oler raro, tener otra textura o color… Sin embargo, no hay riesgo microbiológico para los consumidores.
fecha de consumo preferente

Importancia de la fecha de caducidad

La fecha de caducidad hace referencia a un periodo corto tras el cual el alimento no se considera seguro para su consumo. Esto quiere decir que, debido a crecimiento microbiológico, el alimento puede contener agentes patógenos causantes de enfermedades. Por lo tanto, la fecha de caducidad estima una vida durante la cual se conserva la seguridad alimentaria y durante el cual la salud del consumidor no se pone en riesgo.

La fecha de consumo preferente o fecha de duración mínima, es una fecha destinada a productos no perecederos y, además, estables. Este modelo de vida útil marca una fecha tras la cual las propiedades del alimento, nutricionales u organolépticas (sabor, olor, textura), se ven comprometidas. Es decir, pasada la fecha indicada, el producto no supondrá un peligro para la salud, pero sí se verá alterado. Este es el caso de los yogures que, aunque por ley esté marcada una fecha de caducidad, en realidad son productos estables que deberían llevar una fecha de consumo preferente.

¿Cómo se calcula la caducidad de alimentos?

Estas dos fechas se calculan a través de estudios de laboratorio que simulan las condiciones normales de conservación del alimento. Los productos se analizan regularmente con una marcada periocididad hasta que los resultados analíticos no son aptos. Se considera, entonces, que a partir de ese periodo el producto ha cumplido su vida útil. Por ello, los resultados son siempre estimaciones tomadas con el principio de precaución, lo que hace que siempre tiendan a acortar la vida real del producto en aras de asegurar sus condiciones hasta la fecha marcada.

Fecha de caducidad y fecha de consumo preferente

¿Los alimentos caducados se pueden consumir?

¿Sabías que hay alimentos caducados que se pueden consumir? Es el caso del yogur que se produce a través de leche incubada durante cierto periodo. Para producirlo se inyectan en la leche, tras ser pasteurizada (calentada para destruir microorganismos dañinos o patógenos), unos determinados microorganismos para que estos fermenten la leche y produzcan el yogur. Tras este periodo, el yogur se comercializa ya como tal o bien se bate (yogur batido) pero no se realiza ningún proceso de calentamiento para destruir estos microorganismos.

Caducidad del yogur

Por esta razón, el yogur se considera un alimento “vivo”, es decir, un alimento que, al igual que el vino, evoluciona con el paso de los días conforme las bacterias fermentan y acidifican el yogur. Esto imposibilita cada vez más el crecimiento de bacterias patógenas, hasta que el alimento de estas, la lactosa, sea consumida por completo. Tras la fecha de consumo preferente, el medio del yogur se encuentra más acidificado de lo normal, por lo que el gusto nos sería a muchos desagradables, especialmente en los países occidentales, donde el yogur se consume buscando un sabor lo más neutro posible. De esta manera, aunque no supone un riesgo para el consumidor, la percepción del consumidor sería la de un alimento en mal estado (pese a no estarlo).

fecha de caducidad

Caducidad de alimentos procesados

Tambén las galletas y los bollos que han superado la fecha de consumo preferente pueden consumirse, aunque es probable que estén un poco más rancios. Los aperitivos salados, las pastas frescas y los productos de ultramarinos, generalmente, también pueden comerse si se supera la fecha de caducidad por unos días o un mes. Sin embargo, siempre hay que probarlos primero para saber si tienen buen sabor. Además, los embutidos envasados al vacío y los curados o quesos, que son mas resistentes, también son comestibles aunque se haya pasado la fecha.

Caducidad de alcohol y bebidas

Finalmente, las bebidas refrescantes y el alcohol también pueden consumirse más allá de la fecha de caducidad, aunque el color y el sabor pueden verse también alterados. Estos cambios pueden traducirse en la pérdida del dulzor, ya que los edulcorantes pueden haberse descompuesto. Sin embargo, como en todos los casos, es primordial mirarlos, olerlos y saborearlos antes de decidir si se consumen o no.

¿Qué fecha debe figurar obligatoriamente en el etiquetado?

Según el Real Decreto 1334/1999, en todo producto debe figurar una fecha de duración mínima o una fecha de caducidad. Ambas, además, son excluyentes y no pueden usarse en un mismo productos. Sin embargo, existen productos exentos de esta obligatoriedad como por ejemplo:

  • Las frutas y hortalizas frescas
  • Los vinos
  • Los vinagres
  • Otras bebidas alcohólicas hechas a base de uva o mostros de uva
  • Bebidas alcohólicas con una graduación superior a 10
  • El azúcar
  • Los chicles y productos similares

Las etiquetas de los productos deben ser claras y visibles, y contener toda la información necesaria que garantice la seguridad y la calidad de los alimentos. No se trata únicamente de un tema legal, sino también de ganarse la confianza de los consumidores, que cada vez más se fijan en la procedencia de los productos y valoran la transparencia.

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